"El liderazgo es mucho más complejo. Es cómo nos relacionamos de forma efectiva para conseguir algo, cuando cada vez menos sabemos lo que tenemos que conseguir. Antes, en liderazgo, el centro de todo era conseguir el objetivo, y ahora es descubrir conjuntamente el objetivo."Son palabras de Javier Rivera Mata, reconocido experto en liderazgo, que indirectamente recomienda un debate conjunto para decidir nuestros objetivos y nuestros próximos pasos, también por qué no en el movimiento 15M.

Volvemos a nuestro intento de aportar una cucharita de café a esta reflexión colectiva. Recogíamos en la entrada anterior puntos a favor de la primera perspectiva "(A) Consenso de mínimos ¡Ya!", tratamos a continuación de resumir algunos argumentos de la otra perspectiva, "(B) Consenso de mínimos sí, pero consenso de verdad y sin descafeinar", según he ido escuchando en asambleas en las Setas de Sevilla, en charlas con amigos, o leyendo en blogs, prensa, y aquí y allá.
La cuestión es que quizás no sea tan importante llegar precipitadamente a un listado de puntos por presión de los medios y el miedo a caernos. Y sin embargo, posiblemente sea de una importancia vital despertar una chispa de acción y reflexión en una base amplia de personas. Encender sus voces, desbordadas e indignadas, encendiendo llamas creadoras de debate, que ardan pueblo a pueblo y barrio a barrio por todo el país, fraguando pacíficamente una nueva ciudadanía. Me refiero a una nueva ciudadanía consciente de la democracia que merece, y consciente de que uniendo sus manos puede cultivar una nueva forma de gobernar, aun desconocida, que marcará el arranque de una nueva era.
(B) Consenso de mínimos sí, pero consenso de verdad y sin descafeinar.
1) Definir la estructura del movimiento es tan importante como consensuar objetivos claros: ¿cómo nos organizamos a nivel local y nacional sin perder unión y pluralidad? ¿en qué espacios físicos y electrónicos proponemos, debatimos y tomamos decisiones? ¿qué estructura se mantendrá cuando se levanten las acampadas?
Estás cuestiones se van resolviendo. La estructura se está perfilando a medida que se toman decisiones y se trabaja, por ejemplo consensuando mínimos a nivel nacional, como se ha hecho en el primer encuentro de #interacampadas con portavoces de 56 localidades de todo el país.
2) El recién nacido movimiento de indignados está en una etapa de expansión y crecimiento para llegar a más personas.
3) Existe cierta presión social y mediática que descalifica al movimiento 15M por su inconcreción y apresura a decidir organización y objetivos básicos antes de que el tirón inicial se diluya.
Acelerar el consenso significa acortar márgenes para escuchar, debatir, comprender y decidir. Esta prisa es incluso más discordante en el contexto de manipulación y confusión que describía en la entrada anterior y en el contexto de falta de información relevante en los medios tradicionales de comunicación (como ya decía en 1974 el artista Gil Scott-Heron, the revolution will not be televised -'la revolución no será televisada'). Añadimos además que los indignados emplean para comunicarse blogs, twitter y redes sociales, es decir canales que muchas personas no acostumbran o no saben utilizar. El resultado es que la gente tiene una imagen distorsionada en cierta medida del movimiento, y en menor grado aquellos que que se informan activamente o tienen contacto directo con las asambleas.
Quisiera añadir más puntos, pero siento que es momento de parar. De lo contrario esta entrada, escrita a ratitos, será aun más larga de lo que debiera, y posiblemente se publique todavía más a destiempo. Me conformo con dejar dos preguntas y una frase de reflexión.
¿Queremos marcarnos objetivos 'prácticos' al precio de mirar para otro lado ante las verdaderas causas de esta crisis? ¿Arrastra esta practicidad la certeza de que los mercados vuelvan a expoliarnos en un futuro?¿Sería por practicidad, o sería por resignación, o sería por creernos que no podemos? ¿Sería justo? Escuché hablar en asambleas de organizar objetivos a corto y medio plazo para concretar victorias y allanar el terreno, y de objetivos a largo plazo, para tratar de no olvidar el rumbo.
¿Quién dará soluciones a los problemas que se han planteado? Son soluciones muy complejas, pero si nuestros representantes políticos o no saben, o no les dejan, o no quieren, ¿quién lo hará? Sugiere Daniel Innerarity que quizás tengamos que ser nosotros mismos, poniendo en valor nuestra inteligencia colectiva.